Imagina que abres la Biblia y en lugar de encontrarte mandamientos, guerras o profetas, te topas con...
Poesía. Amor. Deseo. Belleza.
Palabras que no ordenan, sino que suspiran.
Versos que no prohíben… sino que abrazan.
Imágenes que no imponen miedo… sino que invitan a soñar.
Nada de “no hagas esto, no hagas lo otro”.
Nada de batallas, plagas o reyes guerreros.
En lugar de eso, lees:
“¡Qué bella eres, amada mía!”
“Mi amado es para mí, y yo para mi amado.”
- Flores.
- Noches estrelladas.
- Jardines.
- Dos voces que se buscan, se pierden, se encuentran.
- Amor que no se esconde ni se disculpa.
Sí. Estás dentro del Cantar de los Cantares.
Un libro tan sorprendente que muchos, la primera vez que lo leen, piensan:
¿Esto… está en la Biblia?
Y sí. Lo está. Con todas sus metáforas, su belleza desbordada y su intensidad emocional.
Pero...¡Ojo!
- No es un diario adolescente de amor.
- No es una novela rosa ni una playlist de música romántica.
Porque para la Biblia, el amor verdadero —el que respeta, construye, espera y se entrega—no es un invento moderno ni un capricho pasajero.
En un mundo donde confundimos amar con poseer, desear con usar, sentir con consumir…el Cantar de los Cantares nos sorprende, nos descoloca, nos desinstala, y nos pregunta:
¿Y si el amor fuese más profundo de lo que pensamos?
¿Y si el amor pudiese elevarnos en lugar de agotarnos?
¿Y si amar fuera una forma de tocar lo eterno?